Los especialistas vienen insistiendo en las últimas décadas que la presencia inca en el área de Los Puntiudos y Los Infieles es considerado  el más importante complejo minero en la zona norte del país y que  se abre como una verdadera riqueza patrimonial que se debe cuidar, resguardar, pero, al mismo tiempo, colocar  en valor. Periódico El Daín recorrió ambos lugares y contrastó en terreno  lo  establecido por los profesionales que se han dedicado a estudiar esta experiencia que puede potenciar el turismo rural y de intereses especiales.

El patrimonio arqueológico de la Comunidad Agrícola Olla de Caldera es fascinante y con expectativas promisorias. Pero, a la vez, es  poco conocido, sobre todo por las nuevas generaciones. Si bien los antepasados habían transmitido la existencia de espacios de adoración y rituales, principalmente en las altas cumbres, no fue hasta que especialistas confirmaron que en el eje Los Puntiudos y Los Infieles  existe un verdadero tesoro incaico vinculado a la minería. Incluso a mediados del 2000 se difundió que el hallazgo tenía tal magnitud que estábamos frente, aunque en mucho menor escala, al ‘Machu Pichu chileno’, por la presencia Inca.

Con los antecedentes entregados por arqueólogos, historiadores y de los propios comuneros llegamos hasta la cumbre de ambos lugares. La experiencia impacta y resulta un deleite  recorrer los mismos lugares donde se movieron nuestros antepasados.

El dirigente de la comunidad agrícola, Jorge Villalobos, confiesa que creció escuchando las historias que ahora vincula a la riqueza patrimonial del sector. “No teníamos la conciencia de lo que significaba, pero también le llamábamos las ‘pircas de los indios’, pero después, con el tiempo, se fue asimilando  y queremos que eso se conserve (…). Efectuar una puesta en valor en primer término, realizar un catastro y elaborar una ruta arqueológica porque está en todos los lugares de la comunidad”, profundiza.

El historiador Frank Vicencio quien el 2020 lideró un trabajo  relacionado con la comunidad agrícola Olla de Caldera, dice sorprenderle cómo aún se conservan sistemas de pircas, divisiones y bases de construcciones de restos de laboreos mineros. “Los Infieles representa un símbolo de esa minería y que esperamos que no sea intervenido.(…) Es un patrimonio industrial de primerísimo orden y que la gente debe de preservar”, ratifica.

El historiador Rodrigo Iribarren venía escuchando de su padre Jorge Iribarren Charlín (ex director  del museo Arqueológico de La Serena)  las historias vinculadas al tesoro arqueológico relacionado a la minería Inca del eje Los Puntiudos y Los Infieles. “Tiene una trascendencia enorme y pudiera ser uno de los sitios arqueológicos más trascendente de una época tardía dentro de la parte prehispánica y por lo tanto digno de conservar”, detalla.

Es por ello que Irribarren espera que por la importancia de estos hallazgos tanto el gobierno regional y los dirigentes de la comunidad impulsen un proyecto, “ incluyendo la protección del sitio para que mucha gente pueda ir a visitarlo. El  desafío es enorme”,  sostiene.

Piso de una de las pircas

PROPUESTAS SERIAS Y DE LARGO ALIENTO

Iribarren cree que se debe perder los miedos, “y hay que pensar en grande, si se quiere desarrollar un proyecto con fines turísticos de intereses especiales como sería en este caso el sitio Los Puntiudos y Los Infieles y todos los sectores mineros de alrededor que tienen un origen prehispánico”, detalla.

El arqueólogo Gabriel Cantarutti ha recorrido el área  en reiteradas ocasiones y ha seguido de cerca las investigaciones que se vienen efectuando desde la década del ‘50.  De hecho, en lo personal, también ha realizado un aporte. Destaca a periódico El Daín que para llegar a un entendimiento de cómo se concretó la denominación incaica en el norte  semiárido y, particularmente en la Región de Coquimbo, es clave  buscar cuales fueron los intereses que tuvo este imperio sobre este territorio y su población, “nos damos cuenta que la inversión  de infraestructura y la cantidad de construcciones que existen en este auténtico complejo minero que involucra una quebrada y dos serranías que la rodean, constituye el complejo minero más grande del cual tengamos noticias al sur del  poblado de Atacama. Dejando atrás el  Loa y  pasando por toda la zona de Copiapó, no volvemos a encontrar una concentración de explotación minera tan extensa como tenemos en el sector de Los Infieles y el cerro Los Puntiudos”,  puntualiza.

No  oculta que el hecho que aparezcan construcciones pircadas inmediatamente, “nos remite a las antiguas ruinas incaicas y está la imagen viva de Machu Pichu como la cúspide de la riqueza arquitectónica del mundo incaico”, precisa.

Cantarutti aclara que si bien actualmente el mundo se rinde a los pies de Machu Pichu, por su belleza patrimonial, también indica que este sitio, “ha sido altamente restaurado luego que el paso del tiempo había ido provocando alteraciones. En el caso de Los Infieles no ha existido ningún trabajo de restauración, por lo que las construcciones se mantienen y poseen el deterioro propio del paso de los siglos y dentro de los agentes que más contribuyen a dejar en ruinas todos estos sitios está la sismisidad”, explica el profesional.

LA IMPORTANCIA DE UN PLAN DE MANEJO

Frente a los desafíos futuros para este patrimonio, el arqueólogo Cantarutti admite que un paso importante es que  Los Infieles y Los Puntiudos  pudieran alcanzar el estatus de un parque arqueológico.

“En este caso la riqueza patrimonial es arqueológica y con un componente que tiene que ver con las prácticas tradicionales que se mantienen hasta el día de hoy en la Comunidad Olla de Caldera con los crianceros y se podrían mezclar todas estas cosas y difundirla en el sector y público general, nacional e internacional”, argumenta.

 Sin embargo, el profesional igualmente advierte que se requiere elaborar buenos planes  de manejo, “porque, desgraciadamente, necesitamos cuidar por una parte el lugar e instruir a las personas que lo visitan para que no generen alteraciones mayores, tal como ocurre en los parques nacionales”, sentencia.

 De  la misma forma es partidario de generar reconstrucciones, “para que el visitante las pudiera visitar, como tener la experiencia de ingresar a las habitaciones, recintos y mostrar un poco de cómo debió vivirse y qué tipo de trabajo se realizaba en el lugar. Se pueden crear recreaciones a los costados o en lugares donde provoque el menor daño sobre la conversación de los sitios”, manifiesta.

En esta imagen se advierte claramente la existencia de corrales de pircas

CON  PROYECCIONES FUTURAS

 El arqueólogo de la Universidad del Norte, Gastón Castillo es quien ha seguido con mayor fuerza la  ruta emprendida por Jorge Iribarren Charlín con una serie de investigaciones y publicaciones que han sustentado la importancia de estos sitios. En su hogar nos muestra la serie de documentos, carpetas, relatos, entrevistas e informes  que ha acumulado en las últimas décadas sobre el tema.

No obstante, no oculta su frustración que a pesar del verdadero tesoro  existente, aún  advierte poco interés por elaborar propuestas de más largo plazo, sobre todo  al interior de la propia comunidad.

Sin embargo, afirma que todavía está dispuesto a respaldar, “como lo he hecho siempre” la elaboración de proyectos para colocar en valor estos sitios. “Darse el trabajo y la misión de proteger eso. Hay mucho que hacer con un proyecto a largo plazo, instruyendo a la gente local que vive cerca. Esas pequeñas labores nos van a permitir conservar el sitio y seguir trabajando de apoco para tener un gran lugar histórico, arqueológico y que ellos le puedan sacar un provecho económico”, puntualiza.

 Castillo expone que el complejo  Los Infieles, “es un sitio incaico tremendo, minas, herramientas, construcciones y al frente (Los Puntiudos) es mucho más grande todavía y eso lo empezó a trabajar don Jorge Iribarren en 1957. Yo me interesé cuando me hablaban de las tumbas que existían ahí. Le llamaban la ‘tumba del cacique’ y tuve un informante bastante bueno para mí que fue Ismael Contreras, que murió hace 5 años y me hizo unos croquis, fuimos y es impresionante, hay que estar unos dos o tres días para recorrer todo eso (…) Arriba hay un santuario de altura donde enterraron a una persona como los incas lo hacían”, manifiesta.

Castillo asevera que Chile tiene una gran deuda con el patrimonio arqueológico. Es por ello que insta a que la comunidad pueda hacer suya una apuesta patrimonial, “que proteja el patrimonio (…) Los Infieles y Los Puntiudos debiese ser la prioridad uno para la comunidad agrícola, este sitio es más importante que Andacollo. Es la llegada del inca en el 1400 y 1500 y hay una razón importante por qué no está hecho pedazo por los españoles, porque tenemos una mina de Brillador  que fue indígena y ahora no se reconoce nada indígena. Es como un pequeño ‘Machu Pichu’, pero que se descubrió como muy tarde para gracia de nosotros que las autoridades locales lo pudieran rescatar. Eso está ahí, pero no esperemos que pasen 50 años más”.

Es por ello que  Castillo  asegura que es clave que la comunidad desarrolle un trabajo de recuperación de estos sitios. “Que proteja el patrimonio (…) por eso que apelo a la comunidad de que no cierre las puertas y no digan que ‘nuestras prioridades son otras’. Siempre le he dicho que esto es inversión y aquí puede haber una fuente (económica). Alguien que puede ofrecer productos típicos, que pueda guiar con sus animales, que pueda hacer cabalgatas de un lado a otro”, subraya.

CONSOLIDANDO NUEVOS ANTECEDENTES

En el paper del arqueólogo  Gabriel Cantarutti al cual tuvo acceso periódico El Daín  y que es el resumen de la investigación realizada en el complejo minero Los Infieles y Los Puntiudos del período Inca (1450-1541 d.C.) estableció que se logró  documentar más de 50 sitios del período Inca, “que forman parte de un gran complejo minero enfocado en la extracción de sílice opalina y crisocola. Ambos recursos probablemente fueron utilizados como piedras ornamentales en la producción de adornos, parafernalia religiosa y otros bienes de prestigio”, precisa.

El informe de Cantarutti igualmente establece que  se requería que la población local, tanto hombres como mujeres, “pertenecientes a grupos cercanos trabajaran en las minas en forma rotativa (mita), aunque los grupos reasentados (mitimaes) también podían participar en las actividades mineras (Cruz y Absi 2008). Las fuentes históricas también indican que mientras algunas minas fueron explotadas a expensas de los incas, otras fueron explotadas a expensas y en beneficio de los señores locales (Berthelot 1986)”.

De la misma forma el documento precisa  que el trabajo de reconocimiento efectuado por el arqueólogo Gastón Castillo (2007) logró corroborar la tesis que en 1962 sustentó Jorge  Iribarren (1962 ) respecto a que el sitio de Los Infieles representó un importante distrito minero durante la época incaica. Castillo estableció que esta área contenía muchos más sitios mineros que los documentados previamente. “Los datos recabados a través de esta investigación indican que el área de Los Infieles fue ocupada por una comunidad minera del período Inca involucrada en actividades extractivas, administrativas, domésticas y ceremoniales, que dieron vida a un gran complejo minero. El Complejo Minero Los Infieles está en gran parte definida por la cuenca de drenaje de una estrecha quebrada seca conocida como quebrada Las Pircas”.

Complementa que el 2010 se realizó un recorrido arqueológico de cobertura total de 50 km 2 en la zona de Los Infieles y se documentaron 198 sitios. “La cerámica de superficie y la arquitectura se utilizaron para datar 56 de los sitios del período Inca, la mayoría de los cuales corresponden a minas y grupos de estructuras de piedra. A pesar de que el reconocimiento confirmó la existencia de sitios preincaicos en el área de Los Infieles, ninguno de estos asentamientos estaba claramente relacionado con minas o incluía restos superficiales que pudieran estar asociados con actividades de procesamiento de minerales (por ejemplo, evidencia de trituración y clasificación de minerales, escombros líticos resultantes de diferentes etapas del trabajo lapidario). La abrumadora presencia de materiales del período Inca en los sitios mineros indica que el área de Los Infieles solo se convirtió en el foco de una ocupación minera grande e intensa durante la época de los incas. En contraste con otras localidades ricas en minerales explotadas en los territorios incas más al sur (Iribarren 1973; González y Westfall 2008), los sitios dentro del área de Los Infieles permanecen en buen estado de conservación (…) Aunque los sitios se han visto afectados por el pastoreo de cabras moderno y se han producido algunos saqueos limitados, permanecen en gran parte intactos e inalterados por las operaciones mineras industriales”, establece el artículo especializado.