*Se cumple una década de su trágica muerte y para la historia quedó la serie de encuentros que tuvo que deportista tuvo con los alumnos del colegio.

 

 

El 4 de julio de 2025 se cumple una década del deceso del destacado deportista y piloto de motos  Carlo de Gavardo. Su muerte se produjo en el mismo momento que Chile pasaba a la historia con la obtención de la Copa América jugada en Santiago donde en la final  se impuso ante la  poderosa Argentina.

Fallecía a los 46 años y con el reconocimiento de haber levantado  el motociclismo en nuestro país. Incluso, se le identifica como uno de los  gestores que  el Dakar aterrizara en las rutas americanas.

De la misma manera recorría el país liderando campañas  para potenciar el manejo  a la defensiva. En esta tarea  fue un colaborador de Carabineros en la preparación de los motoristas de la institución y  público en general.

No obstante, una labor anónima y desconocida fue  su interés por potenciar  la educación en los sectores rurales.

Es por ello que cada cierto se le observaba en diferentes pueblos. En La Serena había elegido la escuela rural de Almirante Latorre donde llegaba de improviso y dialogaba con los estudiantes. Se había obsesionado por conocer en terreno cómo se materializaba la enseñanza en las escuelas apartadas.

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El profesor Roberto Rodríguez fue testigo de cerca de esta labor y el 2015 la difundió como un homenaje póstumo al deportista. “Muy pocos saben de estas historias, pero nuestros alumnos se acuerdan muy bien y las agradecieron por siempre”, recordó el docente.

Rodríguez reconoce la sencillez del piloto y  su capacidad para conectar con la sensibilidad de los alumnos. “Cada vez que venía a nuestra escuela, ingresaba, conversaba con los estudiantes y después se sentaba en uno de los bancos para seguir el diálogo. Insisto, pese al éxito logrado a nivel mundial destacaba la humildad y capacidad para entablar un diálogo con los menores”, profundizó

A LA ALTURA DE TODOS

Una de las últimas visitas quedaron registradas en una serie de fotografías y que tras su deceso cobraron fuerza.

Cuando se daban cuenta  del personaje que tenían al frente, los educandos simplemente no podían creer  que un deportista de los pergaminos de Degavardo se diese el tiempo  para visitar estos territorios y entablar un diálogo con los estudiantes con los escolares.   “Carlos llegaba al colegio y era como su casa, entraba a las salas y le explicaba a los niños donde había corrido. Los alumnos le preguntaban por su moto y su traje. Él estimulaba a los niños a salir adelante. Les indicaba su propia historia, que con sacrificio se podían lograr las cosas. Sus visitas se habían  transformado en un hecho viviente (…) Se sentía muy identificado con el sector. Por eso que su muerte me impactó”, rememoró Rodríguez.

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