Toda su vida ha estado ligada al campo y a la localidad de El Chacay desde donde se ha forjado a pulso al frente de la Junta de Vecinos y la Agrupación de Crianceros tanto a nivel comunal como regional. Incluso, incursiona en organizaciones a nivel nacional que actualmente compatibiliza con su emprendimiento campesino y venta de productos caseros.

La señora Dulia Peralta Leiton (68) es un ejemplo en la localidad de El Chacay Alto. Tiene raíces en el pueblo. Su familia vivió toda su vida en el lugar. Actualmente está dando una dura lucha a la crisis hídrica que no parece dar tregua hace más de una década. Sin embargo, no se rinde. “A pesar de la sequía es hermoso vivir en El Chacay y en el campo, porque tú estás en contacto con la naturaleza y las cosas que te gustan, árboles y los animales”, destaca a periódico El Daín en medio del desarrollo de una feria de emprendimiento (Mercado Campesino), organizado por Indap y realizada en la Plaza de Armas de La Serena, en mayo de 2022, donde mostró sus productos estrellas.

En el mes del Campesino, quisimos destacar su historia, sobre todo, porque se ha forjado a pulso y ha demostrado con creces un espíritu de superación. Hoy se las arregla sola. Sus hijos están haciendo su vida en la urbanidad, pero cada fin de semana se reúnen en su majada. “Estoy acostumbrada sola y te da la garantía de ir donde tú quieras y no dependes de nadie. Me encanta salir a otras regiones”, recalca.

Uno de los giros que le ha dado a su vida es que complementa su labor de criancera con su emprendimiento de productos caseros, donde a parte de los quesos, se destaca por la elaboración de dulces. “Mi sueño es seguir creciendo con mi emprendimiento y lograr tener resolución sanitaria para que nadie te pisotee y colocarme donde yo quiera con los productos y no andar escondida y arrancando. Ese es mi gran desafío que tengo actualmente”, profundiza. Confiesa que la falta de certificación le ha impedido instalarse libremente, “te cuestionan mucho y siempre tienes que andar poco menos que mendigando para que te den un espacio para vender los productos”, remarca.

El emprendimiento lleva el nombre de su hija menor: Huerto Loretito. “Mi sello es la venta de productos naturales como mermeladas caseras y elaborado con fruto de mi huerto. No compro fruta en la feria, son naturales y cosechadas con guano de cabra, de caballo y se riega con agua de noria”, explica con propiedad.

Hasta ahora destaca que ha podido cosechar, sin embargo, advierte que la crisis hídrica que golpea fuerte a la ruralidad, tornará compleja la actividad. “Creo que para el 2023 se ve difícil la situación, ahí van a morir muchas plantaciones, porque antela falta de agua habrá que elegir”, precisó.

HERENCIA FAMILIAR

La señora Dulia vive en un terreno que se lo cedió su madre Luisa Rosa Leiton Ossandón, “ella fue muy visionaria, en vida nos repartió los terrenos a los 10 hermanos y la mayoría está en el campo en el mismo sector de El Chacay, sólo tres no están allá”.

Tiene personalidad. Es una activa dirigente de la Asociación de Crianceros de La Serena y admite que siguió los pasos de su padre Teodosio Peralta Díaz que antiguamente se destacaba por su liderazgo en El Chacay. “Mi lucha se inició como dirigenta de la Junta de Vecinos de El Chacay y en base a eso fui dirigenta de los crianceros a nivel local y trabajando con la gente. Ese fue mi desafío porque veía que había mucha desigualdad y la ayuda cuando llegaba siempre se concentraba en una o dos personas y el resto quedaba sin colaboración”.

Actualmente es la vicepresidenta de la mesa de Desarrollo Comunal y dirigente del Consejo Asesor Regional de Indap (CAR) y a nivel nacional es secretaria de una confederación. “Me gusta trabajar por la gente, a nivel comunal constituí tres sindicatos y después una Federación”, sintetiza.

Su historia ha estado marcada por el esfuerzo. Emigró de El Chacay a los 15 años y en 1972 se vinculó con la Pesquera San José. No oculta que en un momento pensó que se podría quedar en el sector urbano, “pero el destino me tenía preparado volver a mi tierra, al lugar donde había nacido, pero no me arrepiento, a pesar que he tenido altos y bajos en El Chacay, pero igual quiero mucho a los ‘viejos’ y me gusta trabajar por ellos. Soy una líder, he creado organizaciones he impulsado para que más personas sean dirigentes, sobre todo los jóvenes, Pero me siento campesina, a pesar que estuve años trabajando en la ciudad, nunca olvidé mis raíces, porque mi familia estaba allá y mis hijos cuando salían de vacaciones se iban a El Chacay, entonces, siempre estuve ligada a los campesinos. No me arrepiento de haber sido una persona ignorante, queme haya educado en la escuela de la vida. Entré a estudiar cuando tenía 11 años y a los 15 ya había salido de sexto (risas). Pero, después saqué el séptimo y el octavo, lo que si me arrepiento es no haber estudiado en la enseñanza media, porque decía, ‘para qué si no lo voy a necesitar, pero ahora me doy cuenta que sirve, porque si tuviera cuarto medio me hubiera dado la posibilidad de ir a un instituto y haberme desarrollado con una carrera profesional para trabajar por la gente en la ruralidad”, precisa.

Asegura que a su hijo le encanta el campo y a uno de ellos de 43 años le traspasó un terreno en el Chacay, “y piensa que cuando cumpla su vida útil en la ciudad se irá al campo, porque quiere trabajar en la agricultura y tiene proyectos en invernaderos”.

Su hija menor tiene 24 años y está en el último año de medicina veterinaria, “mishijos están orgullosos de mí. La vida me haenseñado a ser fuerte y sobrellevar todoslos obstáculos que se me han presentado enla vida. No dejarme atropellar y hacermerespetar”, profundiza con pasión.

SIN BAJAR LA GUARDIA

En el mes del campesino, el mensaje de la señora Dulia es claro. “Le diría a los campesinos que sigan luchando, que no bajen la guardia, a pesar de las inclemencias de la vida, del tiempo y de todo. Tienen que salir de la adversidad que se presenta y no abandonar los territorios, porque la autoridad quiere que los campesinos se aburran en el campo para ellos no tener esa responsabilidad. Nosotros para ellos somos una piedra en el zapato, por lo tanto, mi llamado a los campesinos es que sigan luchando y que se mantengan en los territorios y que sigan haciendo patria y que convenzan a sus hijos que pueden ser profesionales, salir a trabajar afuera, pero que su casa sea la ruralidad. Que vuelvan a su territorio y no abandonen a sus padres y no dejen sus tierras botadas, ese es mi mensaje para la gente rural”.

Un paso clave ha sido adaptarse a las nuevas tecnologías, donde sus hijos la han incentivado. “Me enseñaron a escribir, realizar actas, redactar cartas, cosas fundamentales que un dirigente tiene que saber. Igualmente, me han enseñado a enviar correos, responder, reenviar, por eso que yo les digo, para eso los eduqué para que me ayuden”.

En materia de reconocimientos le tiene mucho cariño a un premio de Indap que le efectuó hace años como una destacada dirigenta.